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                               Munay ki




El Munay-ki es una invitación a convertirte en una persona de poder, visión y sabiduría. Puede borrar heridas del pasado, sean estas kármicas o genéticas. Según señala el antropólogo Alberto Villoldo, actualiza el ADN, lo cual permite a la persona crear un nuevo cuerpo, que sana, envejece y muere de manera natural.
Cada una de las iniciaciones, siembra una semilla con el potencial completo del rito y tal como sucede al plantar una semilla de roble en la tierra, esta lleva en sí misma el árbol en su totalidad.
En los encuentros de sanación andina, recibirás los ritos y entrenamiento sobre la manera de transmitirlos a otros. Aprenderás a asistir a un discípulo o ser amado en su proceso de transformación y conocerás la forma de instalar protecciones energéticas en el campo luminoso de los seres humanos. Aprenderás sobre el despertar del vidente interior, sobre la reconexión con lo femenino y con la Tierra y experimentarás la profunda conexión del pasado y el futuro que existe dentro de ti.
El entrenamiento de los Guardianes de la Tierra conlleva un componente energético, una serie de iniciaciones que nos ayuda a desarrollar una nueva arquitectura en nuestra aura. Los ritos nos inician en los diferentes niveles que nos convertirán en el hombre luminoso  (homo luminus).  Son la suma de todas las “alineaciones” que nos transformarán de cuerpo humano a cuerpo de luz. Cuando un guardián de la Tierra ofrece el Munay-ki a un estudiante, es el linaje de seres de luz que se transmite a sí mismo, que pasa de la cabeza del maestro a la cabeza del alumno, conforme se inclina uno hacia el otro, tocando frente con frente.
Para transmitir esta información energética, el guardián de la Tierra simplemente mantiene el espacio sagrado y encarna la vibración del nivel que desea transmitir en forma de semillas. Estas semillas germinan con fuego, por lo cual debemos realizar respiraciones de fuego para despertarlas y hacerlas germinar y crecer. Ayudan a limpiar el lodo psíquico de nuestros centros para que estos puedan brillar con su luz original a medida que adquirimos el cuerpo arco iris. Nos ayudan a soltar el pasado así como la serpiente muda su piel.

Cuando recibimos el octavo rito, ocupamos nuestro espacio reservado junto al fuego sagrado y quedamos al cuidado del tiempo venidero y de todas las generaciones futuras.
El noveno rito, el del Creador, fue recibido por primera vez en el año 2006, en las montañas sagradas de los Andes.





        El otro, yo. Nuestro doble cuántico



Desde Einstein sabemos que el tiempo tal y cual nosotros lo concebimos no existe. Según la teoría del físico francés Jean Pierre Garnier Malet (especializado en mecánica de fluidos)  todo en el universo es doble, desde los planetas hasta los granos de arroz. Su famosa teoría del desdoblamiento de las fases del tiempo, dice que los seres humanos, como seres multidimensionales, tenemos también nuestro doble, mientras nosotros existimos en tiempo real, él lo hace en el cuántico, en estado ondulatorio, que es el estado de nuestro  cuerpo energético. A pesar de vivir en otro tiempo y espacio, hay ranuras temporales donde podemos conectar con ese otro yo, que se mueve a velocidades superiores a la luz. Con nuestro pensamiento, generalmente orientado hacia el mañana, tendiente a planificar y proyectar, vamos creando diferentes posibilidades de futuro (futuros probables) Durante algunos instantes entre instantes (millonésimas de segundo)  nuestro estado corporal contacta o pasa al estado ondulatorio y vivimos en el cuántico sin enterarnos. Podemos intercambiar información con el doble mientras dormimos y estamos en la fase REM o sueño paradoxal,  que es cuando nuestra actividad cerebral es más intensa. No sólo podemos contactar con él, sino pedirle que colabore para sanar nuestros pensamientos y emociones y para que los problemas de nuestra vida se resuelvan.
Para que esta comunicación se lleve a cabo, hace falta una serie de condiciones:
1 Ir a dormir en calma, ese otro yo existe en una frecuencia elevada. No habrá comunicación si no estamos en el estado adecuado, sino que por el contrario podríamos captar lo que el físico llama informaciones parasitarias, que provocarían el efecto opuesto al deseado.
2 Estar hidratados, ya que la información pasa a través de los líquidos de nuestras células. Por lo cual es conveniente beber un vaso de agua antes de dormirnos.
3 Hacer un ejercicio de introspección (el  examen de consciencia, de toda la vida) y si caemos en la cuenta de que hemos estado pensando mal, pedir que se cambien nuestros patrones de pensamiento negativo. Pensar bien de nosotros mismos y de los demás
4 Alcanzar un estado de benevolencia y total confianza antes de hablar a nuestro doble y exponer con detalle lo que necesitamos resolver, el pedido debe ser sólo para temas propios, recuerda que estás hablando contigo mismo. Pedir la solución que deseamos u otra posibilidad que sea la adecuada para nosotros y armoniosa para el mundo. Esto se hará justo en el momento antes de dormirnos, en la frecuencia de ondas alfa. Luego nos entregaremos al sueño con tranquilidad.
5 Al día siguiente debemos estar atentos a los mensajes intuitivos y a las sincronías o pequeños milagros que surjan en nuestra vida cotidiana.
Garnier dice que buscando y reencontrando el contacto con nuestro doble podremos equilibrarnos y hallar el sentido de nuestra vida terrestre. Y explica que por una equivalencia entre el tiempo del yo ondulatorio y el nuestro, hay un período que puede alcanzar hasta 40 días para  que se resuelvan los temas que dejamos en manos del doble. Dentro de ese lapso de tiempo él explorará lentamente esos futuros probables que nuestra mente ha proyectado y adoptará la opción más conveniente, creando así nuestra realidad presente. Depende de la complejidad del pedido, esto también podría resolverse en unos pocos días, tres, por ejemplo.
He hecho la prueba, he analizado impulsos intuitivos del pasado, deja vu, sueños premonitorios que hasta hoy me habían intrigado por el misterio que encerraban, y creo fervientemente en la teoría de Garnier Malet.
Es innegable que la ciencia se enamora cada vez más de la espiritualidad.

Lucile y Jean Pierre Garnier Malet "El doble, cómo funciona"

 

                                 El tesoro oculto 

                                                


Glándula pineal, el ritmo de la vida

Para los antiguos griegos era el asiento del alma. Según Descartes era la interface entre la consciencia y la materia. Mucho se ha hablado en estos últimos años, sobre el despertar de la  consciencia y a decir verdad, los cambios van siendo cada vez más notorios. En el centro exacto de nuestro cerebro, se encuentra un elemento fundamental para este despertar, la epífisis o glándula pineal. De ella sabemos algunas cosas: que se llama así porque tiene forma de piña, que es muy pequeñita, del tamaño de una lenteja, que produce la melatonina, una molécula con una función determinada por los ciclos de luz y oscuridad (ritmo circadiano). Cuando nacemos, no tenemos aún una producción rítmica de melatonina pineal (una de las razones por la cual los bebés duermen a cualquier hora),  ésta se va incrementando hasta alcanzar su punto tope en la pubertad, luego, a partir de los 45 años, la producción comienza a decaer porque según algunos estudios, la glándula pineal va calcificándose con la edad. Por este motivo los mayores duermen con intervalos y desde hace unas décadas los suplementos de melatonina han alcanzado protagonismo a la hora de resolver alteraciones del sueño.
Además de melatonina, la glándula produce DMT (dimetiltriptamina), también llamado molécula espiritual, un compuesto equivalente a una droga psicodélica que tiene efectos sobre la consciencia y  una importante participación en nuestro sistema nervioso.
No es por lo tanto extraño, que los místicos de todos los tiempos adjudicaran a la glándula la categoría de portal multidimensional. Para las civilizaciones ancestrales, la pineal ha simbolizado el tercer ojo o el ojo de la Sabiduría, el despertar a la Divinidad, la conexión con la Inteligencia Universal, el séptimo sello, la semilla del Entendimiento. Y mucho se ha escrito sobre la piña, un símbolo que aparece en todas las culturas filosóficas y religiosas desde hace milenios, se afirma que alude al poder clarividente que habita en todos los humanos y que hemos dejado relegado por dedicarle una atención excesiva al ego, lo cual ha hecho que vayamos olvidando las cosas que realmente nos colman en todas las áreas de la vida, aquellas que nos vuelven más creativos y felices.
Trabajando en esto, a través de la meditación y de ejercicios específicos, he podido comprobar que mantener la actividad pineal es posible. Profundizando en nuestra química interna e invirtiendo unos pocos minutos diarios, podemos elevar la propia frecuencia y valernos de esta joya para hacer  que el cuerpo piense, la mente sienta y las emociones hablen, algo tan simple, como vital. Mantener este centro activo nos lleva a ralentizar el deterioro del tiempo, a ser dueños de nuestras vidas e iluminar nuestros oscuros mundos interiores.


                                                                  





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